LA FUNDACION GALA

"Aunque yo tuviese que partir de este mundo para estar con mi Senor...Es mi deseo y mi peticion que esta Empresa continue hacia adelante por el bienestar de nuestros Hijos, Nietos y Todos los que componen esta Fundacion Gala"

Felicita M. Serrano



Wednesday, October 28, 2009

EL PROFETA ELIAS: GUIDADO POR EL ESPIRITU


Elías profeta de Israel del siglo IX. Su nombre aparece en el Antiguo Testamento en hebreo como eµléÆyyaÆhuÆ y eµléÆyyaÆ, en griego como leiou, y en el Nuevo Testamento como Åleias. Que significa “Yah es él” o “Jehová es mi Dios”.
Además de la referencia a Elías en 1 Reyes 17:1 como el “tisbita”, que era de los moradores de Galaad”, no existe información sobre su origen. Esta referencia, incluso, es oscura. El texto masorético sugiere que aunque Elías residía en Galaad, el lugar de su nacimiento era otro (quizás Tisbé de Neftalí). La Septuaginta tiene en sus registros el nombre ek thesboµn teµs galaad, lo que indica Tisbé de Galaad. Tradicionalmente se lo ha considerado como un lugar ubicado a unos 13 kilómetros al norte del Jaboc. Lo que podemos afirmar es que Elías fue, uno de los mas grandes profetas que Dios levanto en la antigüedad, y su espíritu y fervor son dignos de imitar, pero difíciles de comparar e igualar.
El ministerio de Elías:
El ministerio profético de Elías está registrado en 1 Reyes 17–19; 21; 2 Reyes 1–2. Estas narraciones están escritas en el hebreo clásico más puro “de un tipo que difícilmente pueda encontrarse después del siglo VIII” No podrían haber durado mucho tiempo en forma oral. Describen su ministerio en el reino del norte durante la dinastía de Omri.
Elías era contemporáneo de Acab y Ocozías, y por la posición de la narración del arrebatamiento 2 Reyes2 y la respuesta a la pregunta de Josafat en 2 Reyes 3:11, llegamos a la conclusión de que su arrebatamiento se produjo probablemente en la época del comienzo del reinado de Joram en Israel aproximadamente. La dificultad que presenta a esta conclusión 2 Crónicas 21:12–15 posiblemente pueda resolverse interpretando que el tan controvertido versículo de 2 Reyes 8:16 habla de una corregencia de Josafat y Joram, reyes de Judá, o considerando la carta como un oráculo profético escrito antes de su arrebatamiento.
El ciclo de Elías presenta seis episodios en la vida del profeta: su predicción de sequía y su posterior huida, el encuentro en el monte Carmelo, la huida a Horeb, el incidente de Nabot, el oráculo acerca de Ocozías, y su traslado o arrebatamiento. Con excepción del último, todos se refieren básicamente al choque entre la adoración de Jehová y Baal.
El Baal de estas historias es Baal-melcart, la deidad protectora oficial de Tiro. Acab impulsó esta variante fenicia del naturismo religioso de Canaán después de su casamiento con la princesa tiria, Jezabel 1 Reyes 16:30–33, pero fue Jezabel la que tuvo la mayor responsabilidad por el exterminio sistemático del culto a Jehová y la propagación del de Baal en Israel 1 Reyes 18:4, 13,
19; 19:10- 14.
Elías aparece en el primer episodio (1 Reyes 17) sin introducción, y después que hizo llegar a Acab el oráculo anunciándole una sequía se aleja de la jurisdicción de este rey, primero al uadi Querit, al este; elohísta del Jordán, y de allí a Sarepta (la actual Sarafend debajo de Sidón todavía preserva el nombre y domina las ruinas de este antiguo puerto sobre el Mediterráneo). Elías se mantuvo en forma milagrosa en ambos lugares, y mientras se encontraba en Sarepta hizo un milagro de curación (1 Reyes 17:17–24).
El segundo episodio, tres años más tarde (1 Reyes 18:1), compárese Lucas 4.25; Santiago 5:17, que siguen la tradición judía, narra el cese de la sequía una vez eliminado el culto a Baal en el monte Carmelo. La sequía impuesta y retirada por la palabra de Jehová fue un reto a la soberanía de Baal sobre la naturaleza. Elías pone de manifiesto el desafío, y la supremacía de Jehová y queda espectacularmente demostrada. El culto a Baal en el monte Carmelo no fue totalmente exterminado.
El tercer episodio (1 Reyes 19), que describe la huida de Elías a Horeb a fin de librarse de la ira de Jezabel, es particularmente significativo. Horeb era el monte sagrado en el que se manifestó el Dios del pacto de Moisés, y el viaje de Elías a este lugar representa el retorno de un profeta leal, pero descorazonado, a la fuente misma de la fe por la cual había luchado. Aparentemente la comisión final en 1 R. 19:15–18 fue sólo parcialmente cumplida por Elías.
Los reinados de Hazael y Jehú en Siria e Israel, respectivamente, están registrados en el ciclo de Eliseo. El incidente de Nabot (1 R. 21) ilustra y justifica el principio arraigado en la conciencia religiosa de Israel, el principio de considerar que la tierra que poseía una familia o clan israelita era un don de Jehová, y que no reconocerlo y no respetar los derechos del individuo y la familia en el seno de la comunidad del pacto traería como consecuencia el juicio. Elías surge como el campeón de las poderosas demandas éticas de la fe mosaica que tan significativamente faltaban en el culto a Baal.
El quinto episodio en 2 R. 1 continúa ilustrando el choque entre Jehová y Baal. La dependencia de Ocozías del dios de la vida de Siria, Beelzebú (Beel-zebul en los textos de Ras Shamra), que significa “Señor de las moscas”, probablemente fuera una forma de ridiculizar a la deidad siria, provoca el juicio de Dios (2 Reyes 1:6-16). Un juicio de fuego también cae sobre los que trataron de resistir la voz de Jehová atacando a su profeta (2 R. 1:9–15). El arrebatamiento de Elías en un torbellino le da un toque dramático al final de su espectacular carrera profética. La exclamación de Eliseo (2 Reyes 2:12) se repite en 2 Reyes 13:14 con referencia a sí mismo.
Se pueden hacer dos observaciones sobre la importancia de Elías. Primero, que sigue la tradición veterotestamentaria de la profecía extática que proviene de los días de Samuel, y también que es un precursor de los rapsodistas o profetas escritores del siglo VIII. Su nexo con la tradición anterior se ve en que, en primer lugar, es un hombre de acción, y sus movimientos determinados por el Espíritu desafían la predicción humana. En el fondo de la obra de Elías siguen existiendo las escuelas proféticas de la época de Samuel. Su nexo con los profetas posteriores se basa en su constante esfuerzo por hacer volver a su pueblo a la religión de Moisés, tanto en la adoración de Jehová como único Dios, como en la proclamación del modelo mosaico de justicia para la comunidad. En ambos sentidos anticipa los oráculos más completos de Amós y Oseas. Esta defensa de la fe mosaica por parte de Elías se apoya en varios detalles que sugieren un paralelo entre Elías y Moisés.
El retorno de Elías a Horeb es bastante evidente, pero también está el hecho de que a Elías acompaña y sucede Eliseo, como en el caso de Moisés y Josué. Este paralelo es bastante notable. No sólo hay un aire de misterio en torno a la muerte de Moisés, sino que su sucesor aseguró la fidelidad de Israel al participar del mismo espíritu que poseía Moisés, y al demostrar su capacidad para el cargo por medio de un cruce milagroso del río. El relato del arrebatamiento reproduce este modelo con bastante precisión. También el hecho de que Dios responde a Elías con fuego en dos ocasiones parece llevarnos de vuelta a la exhibición de la presencia y el juicio de Dios en el fuego en las narraciones del éxodo. No es de extrañar, entonces, que en el pensamiento hagádico judío se considere a Elías como el equivalente de Moisés. En segundo lugar, se habla de que su ministerio había de ser restablecido “antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”, era un tópico común de discusión durante el ministerio de Jesús (Marcos 8:28).

Thursday, October 22, 2009

DIOS CAMBIA TRAGEDIA EN VICTORIA


La figura bíblica de Ester es interesantísima y, en estas líneas, trataremos de centrar un poco su intervención en la Biblia. No obstante, cabe señalar que su libro no está exento de polémicas puesto que no tiene una base histórica real, a pesar de ello el texto sagrado describe bien la ciudad de Susa y algunas costumbres persas, además el retrato que da del rey Asuero –transcripción hebrea de Jerjes- parece bastante ajustado a la realidad. Conviene pensar que el autor –o autores- del libro no quisieron escribir un relato histórico, sino algo simbólico para tratar de esclarecer una enseñanza moral. El texto presenta, del mismo modo, dos versiones, la griega y la hebrea, que se entrecruzan y complementan. Nosotros, ante tales dificultades, nos centraremos únicamente en la actuación de esta mujer de características tan atractivas, sin entrar en si sucedió de verdad o es un hecho alegórico.
En pintura y en la literatura la figura de Ester aparece repetidamente representada o aludida. Baste recordar, en literatura la tragedia “Ester” de Racine o la comedia “La hermosa Ester”, de Lope de Vega, y, en pintura, las obras “Ester ante Asuero”, de Filipino Lippi o “Ester desmayada ante Asuero”, de Tintoretto.La versión griega de Ester empieza con el sueño de Mardoqueo que anticipa el relato y pone de relieve la intervención divina. Mardoqueo es un “varón ilustre”, judío, que procede de la tribu de Benjamín y que sirve en la corte del rey persa, puesto que “era de los cautivos que Nubocodonosor había llevado en cautiverio de Jerusalén con Jeconías, rey de Judá” (Ester, 11, 3):
“He aquí su sueño: soñó que oía voces y tumultos, truenos, terremotos y gran alboroto en la tierra, cuando dos grandes dragones prestos a acometerse uno a otro, dieron fuertes rugidos, y a su voz se prepararon para la guerra todas las naciones de la tierra, a fin de combatir contra la nación de los justos. Fue aquel día, día de tinieblas, de obscuridad, de tribulación y de angustia, de oprobio y de turbación grandes sobre la tierra. Toda la nación justa se turbó ante el temor de sus males, y se disponía a perecer. Pero clamaron a Dios, y a su clamor una fuentecilla se hizo un río caudaloso, de muchas aguas, y apareció una lumbrerita que se hizo sol, y fueron ensalzados los humildes y devoraron a los gloriosos” (Ester, 11, 4-10).
El texto en hebreo nos habla de Mardoqueo también y presenta a Ester, una sobrina suya a la que él ha criado desde niña puesto que es huérfana. Ester recibe el nombre de “Hedisa”, que significa Mirto y es “bella de talle y de hermosa presencia” (Ester, 2, 7).



En una ocasión el rey Asuero pide a su esposa, la reina Vasti, que se presente ante él y sus invitados y la reina se niega. Enojado el rey, la repudia y promulga un edicto según el cual la mujer más bella que encuentre será su esposa, la reina. Casualmente, Ester es llevada a su presencia, junto con otras jóvenes y gusta mucho al rey, quien acaba tomándola por esposa. La joven soporta junto a otras mujeres doce meses de preparativos antes de presentarse al rey. Por su sencillez, ya que no pide nada, despierta las simpatías del jefe de los eunucos quien le da la mejor habitación. Y cuando va ante el rey lo hace de manera discreta, sin ostentaciones. Ester, no obstante, no dice que es judía. Ése es su secreto:
“Ester no dio a conocer ni su pueblo ni su nacimiento, pues Mardoqueo le había prohibido que lo declarase” (Ester, 2, 10).
Ester acaba siendo la favorita del rey y la ama por encima de todas las demás, por su belleza, por su discreción, por su saber estar, por su lealtad, ya que es Ester quien, gracias a su tío Mardoqueo, descubre un complot que los eunucos tramaban contra el rey Asuero:
“El rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ésta gracia y favor ante él más que ninguna otra de las jóvenes. Puso la corona real sobre su cabeza y la hizo reina en lugar de Vasti” (Ester, 2, 17).
Mientras, el rey pone al frente de su casa a Amán, un personaje pérfido y prepotente; tanto es así que, al ver que Mardoqueo no dobla la rodilla en su presencia, empieza a maquinar la destrucción de su pueblo, ya que averigua que él es de procedencia judía. Así publica, con el beneplácito del rey, el decreto de exterminio contra los judíos:
“Hay en todas las provincias de tu reino un pueblo disperso y separado de todos los otros pueblos, que tiene leyes diferentes de las de todos los otros y no guarda las leyes del rey. No conviene a los intereses del rey dejarlos en paz” (Ester, 3, 8).
Más adelante, de nuevo en el texto griego de “Ester” (13) leemos todo el edicto que, entre otros aspectos, dice:
“He averiguado que esta nación vive totalmente aislada, siempre en abierta oposición con todo el género humano, y que al temor de sus leyes observa un género de vida extraño, hostil a nuestros intereses, y comete los más perversos excesos para impedir el buen orden del reino” (Ester, 13, 5).
Mardoqueo, cuando se entera, “rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y se cubrió de ceniza y se fue por medio de la ciudad, dando fuertes, dolorosos gemidos” (4, 1). Ester se atemoriza ante las exigencias de su tío de que hable con el rey y abogue por los judíos. Ester sabe que no puede presentarse ante el rey si no es llamada y sabe también que, si lo hace, será condenada a pena de muerte. No obstante, su tío porfía:
“No vayas a creer que tú serás la única en escapar entre los judíos todos por estar en la casa del rey, porque si ahora callas y el socorro y la liberación viniera a los judíos de otra parte, tú y la casa de tu padre pereceríais. ¿Y quién sabe si no es precisamente para un tiempo como éste para lo que tú has llegado a la realeza?” (Ester, 4, 12-14).
Mardoqueo, pues, piensa que Ester está allí por designio devino. Ester decide ir a ver al rey y morir si es preciso. No obstante, pide a los judíos que Susa que rueguen por ella y Mardoqueo ora así:
“Señor, Señor, Rey omnipotente, en cuyo poder se hallan todas las cosas, a quien nada podrá oponerse si quisieres salvar a Israel: Tú que has hecho el cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo los cielos, tú que eres dueño de todo y nada hay, Señor, que pueda resistirte. Tú lo sabes todo; tú sabes, Señor, que no por orgullo ni altivez ni por vanagloria hice lo esto de no adorar al orgulloso Amán; que de buena gana besaría las huellas de sus pies por la salud de Israel; que yo hice esto por no poner la gloria del hombre por encima de la gloria de Dios; que no adoraré a nadie fuera de ti, mi Señor, y que obrando así no lo hago por altivez” (Ester, 13, 9-14).
La reina Ester, por su parte, también ora:
“Señor mío, tú que eres nuestro único Rey, socórreme a mí, desolada, que no tengo ayuda sino en ti, porque se acerca el peligro. Desde que nací he oído en la tribu de mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones y a nuestros padres entre todos sus progenitores, por heredad perpetua, y que les cumpliste cuanto les habías prometido” (Ester, 14, 3-5).
Y añade, consciente de su arriesgada misión:
“Pon en mis labios palabras apropiadas en presencia del león y muda su corazón en odio al que nos hace la guerra para ruina suya y de sus parciales. Líbrame con tu mano y ayúdame a mí, que estoy sola y no tengo sino a ti, Señor” (Ester, 14, 13-14).
Ester, confortada por la oración, se engalana y va a ver al rey, ayudada por dos criadas, tan débil está. El rey la recibe con muestras de cariño y le pide que hable, que le daría, si hiciera falta, la mitad de su reino. Ester, pide que el rey y Amán asistan a un banquete que ella les ofrecerá y el rey dice que sus palabras son órdenes.
Mientras, Amán se muestra muy ufano hasta que ve que Mardoqueo sigue en la corte, como si no hubiera pasado nada. Pide consejo a su mujer, Zeres, y a los suyos y todos coinciden en que hay que preparar una “horca de cincuenta codos de alta” para colgar a Mardoqueo, sólo así Amán se quitará la espina que tiene clavada.
Por la noche, el rey no puede dormir y consulta sus crónicas, cuando ve que, gracias a Mardoqueo se desmanteló una trama urdida contra él. Se extraña al ver que no le ha concedido ningún honor por eso. Amán pide ser recibido, pero el rey no le deja hablar y le tiende una trampa al preguntarle qué se ha de hacer con alguien a quien el rey quiere honrar. Amán dice lo que se le ocurre para él, pensando que él será el honrado y, cuál es su desconcierto, cuando ve que se Mardoqueo de quien se está hablando y a quien él mismo ha de honrar por exigencias del rey.
Llega el día del banquete y Ester, ante el rey, desvela todos los planes de Amán:
“Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si el rey lo cree bueno, concédeme la vida mía: he ahí mi petición, y salva a mi pueblo: he ahí mi deseo. Porque estamos vendidos yo y mi pueblo para ser exterminados, degollados, aniquilados” (Ester, 7, 3-4).
Asuero pregunta quién es el causante y manda colgar a Amán en la misma horca que él había preparado para Mardoqueo. Ester pide que se revoque el edicto y el rey así lo hace y aprovecha para concederles algunos beneficios. Los judíos se vengan del daño que se les ha hecho degollando, en todas las provincias, a innumerables persas, unos 75.000. Desde entonces se celebra la fiesta de “purim”, de las suertes, que es una fiesta más popular que religiosa que tiene como eje un banquete, igual que el de Ester.
Termina el libro haciendo alusión al sueño del que hablábamos al principio, de Mardoqueo y a su interpretación. La fuentecilla que iba a salvar a su pueblo no es otra sino Ester.
En el relato se observa la animadversión que levantaba el pueblo judío en la antigüedad porque vivían de acuerdo a sus leyes y tenían unas normas y preceptos singulares. El telón de fondo del texto lo marcan las muertes, las traiciones y los banquetes en donde se urden las mismas. No obstante, queda clara la idea de que, por encima de la mano del hombre, hay otra mucho más poderosa que es la de Dios, quien sigue al lado de su pueblo, el elegido.
Ester viene a ser el elemento del que sirve Dios para salvar a su pueblo, pese a ser una mujer (y tenida en poco por la sociedad), Dios la ha escogido porque ella confía en Él. Eso es lo que importa.
Nos pueden horrorizar tantas matanzas y tanta venganza, quizás sí, pero hay que recordar que imperaba la ley del Talión y que los judíos iban a ser masacrados primero, por eso, echadas las suertes, los “pur”, acabaron siendo ellos los agresores. El mensaje cristiano aún está muy lejos y el libro representa, seguramente exagerados, unos acontecimientos violentos para demostrar que quien confía en Dios siempre sale victorioso.
Ester ha confiado, no ha temido a la muerte, ha osado molestar a su rey, y, sin embargo ha sido recompensada, precisamente por eso, por confiar en la Providencia Divina. Su figura ha salido fortalecida y victoriosa, precisamente porque no ha dudado y ha pedido valor a Dios, su Señor.
Es un mensaje de coraje para el pueblo judío, sin duda, que sería importante para reafirmarlos en su misión y en su carácter especial, como pueblo elegido.

Wednesday, October 14, 2009

CRISTO SUFRIO POR NOSOTROS


Nuestra esperanza como cristianos es nuestra gloria futura. El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (Fil. 3:21). Nuestra “esperanza de gloria” esta garantizada por la presencia de la morada de Cristo en el creyente (Col. 1:27).
En la parusía, la segunda venida de Cristo, aquellos que murieron en Cristo y los creyentes vivificados se les dará el final y la completa “redención de su cuerpo” (Romanos 8:23). Ese cuerpo será preparado e idóneo para la condición final de los cristianos creyentes (1 Cor. 15:23, 26, 54). “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:4).
El apóstol Pablo nos dice que nosotros seremos incluidos en el resplandor de la gloria venidera, que pondrá en perspectiva los sufrimientos presentes que nosotros experimentamos. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Como coherederos con Cristo (vv. 15-17) Ahora nosotros somos beneficiaros de todas las bendiciones espirituales (Efe. 1:3), y en el futuro nosotros compartiremos con El todas las riquezas del reino de Dios (Jn. 17:24; 1 Cor. 3:21-23). En Romanos 8:15-18 El apóstol esta haciendo hincapié de la seguridad de la salvación del creyente, y dice que si nosotros somos verdaderos cristianos nosotros sufriremos también con Cristo (Jn. 15:20; Col. 1:24; 2 Tim. 3:12; 1 Pet. 4:12). Después de sufrir con Cristo, el creyente compartirá la gloria de Cristo (2 Tim. 2:12; 1 Pedro 4:13; 5:10).
No hay participación en la gloria de Cristo al menos que haya participación en Su sufrimiento. Sin embargo, al mismo tiempo debemos mantener claramente en mente que no contribuimos a la obra de salvación de Cristo Jesús como la expiación, la propiciación, la reconciliación, y la redención. Sólo el Sustituto, sin pecado podría lograr esa eficacia. Solo Cristo nos redimió por Su sangre.
Sin embargo, el apóstol Pablo hace esto claro no hay sufrimiento redentor a partir de los cuales los sufrimientos de los hijos de Dios deben ser clasificados con los sufrimientos de Dios mismo.
Nosotros también debemos recordar que solamente el sufrimiento que completa la condición es, "sufriendo con Cristo.” Solamente aquellos que comparten los sufrimientos de Cristo ahora lo compartirán en Su gloria de aquí en adelante. En orden para compartir en esa gloria nosotros debemos compartir en Sus sufrimientos aquí y ahora.
“Nosotros compartimos Sus sufrimientos con el fin de compartir en Su gloria.” El apóstol Pablo expresa la misma idea en 2 Corintios 4:17-18.
El sufrimiento es necesario en la vida del cristiano (Jn. 15:20; 16:33).
El sufrimiento prepara el camino para la gloria del cristiano. Esto nos prueba que nosotros somos los hijos de Dios (Mat. 5:11-12; Jn. 15:18-20). Esto es el testimonio del discípulo.
El sufrimiento es usado por Dios para purificar al creyente. Algunos sufrimientos vienen a nosotros de la mano de un amoroso Padre celestial para producir en nosotros santidad y un crecimiento espiritual. Dios usa el sufrimiento para perfeccionarnos en la semejanza de Cristo. Dios nos purifica hasta que El pueda ver la cara de Cristo Jesús en nuestras vidas.
Porque El nos ama, Dios usa el sufrimiento para corregirnos y disciplinarnos para convertirnos en soldados de la cruz (Heb. 12:7-11; 2 Tim. 2:3; 1 Cor. 9:27). Dios también usa estas experiencias en nuestras vidas para prepararnos para ministrar en la vida de otros que han sufrido.
La glorificación es nuestra perfecta e incuestionable posición ante Dios en el día del juicio final. Esto es la perfección de nuestra santificación progresiva. Un día nuestro carácter interior será como el de Cristo.
El sufrimiento por Jesucristo también mejora nuestro testimonio cristiano. Cuando nosotros sufrimos por Jesucristo las personas perdidas nos mirarán con cuidado y escucharán lo que tenemos que decir.
"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman a su venida" (2 Timoteo 4:7-8).
Selah!

Monday, October 5, 2009

CUANDO CONFIAMOS EN DIOS


Cómo orar: el fundamento


Debes comenzar primero una relación con Dios. Imagina que un tío que se llama Pepe decide pedirle al rector de la Universidad Complutense (al que Pepe ni siquiera conoce) que le avale en el préstamo para comprar un coche. Pepe tendría cero posibilidades de que eso ocurriera. (Damos por sentado que el rector de la Universidad Complutense no es un idiota.) Sin embargo, si la hija del mismo rector le pidiera a su padre que le avalara en un préstamo, no habría ningún problema. La relación tiene su importancia.
Con Dios, cuando la persona es verdaderamente un hijo de Dios, cuando la persona pertenece a Dios, él les conoce y oye sus oraciones. Jesús dijo, "Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen... Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano."4
Entonces, en cuanto a Dios, ¿realmente le conoces y él te conoce? ¿Tienes una relación con él que garantiza que Dios responderá tus oraciones? ¿O está Dios bastante distante, más como un concepto en tu vida? Si Dios está distante, o no estás seguro de que conoces a Dios, ahí va cómo puedes comenzar una relación con él ahora mismo:
Conociendo a Dios personalmente.

¿Responderá Dios a tu oración definitivamente?


Para aquellos que le conocen y cuentan con él, Jesús parece ser ampliamente generoso en su ofrecimiento: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho."5 "Permanecer" en él y que sus palabras permanezcan en ellos significa que conducen sus vidas siendo conscientes de él, contando con él, escuchando lo que dice. Entonces pueden pedirle lo que quieran. Aquí hay otra condición: "Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye."6 Dios responde a nuestras oraciones según su voluntad (y según su sabiduría, su amor por nosotros, su santidad, etc.).
Cuando metemos la pata es al asumir que conocemos la voluntad de Dios, sólo porque algo tiene sentido para nosotros. Asumimos que sólo hay una respuesta "correcta" a una oración específica, dando por sentado que, con certeza, ESA será la voluntad de Dios. Y ahí es donde se pone difícil. Vivimos dentro de los límites del tiempo y los límites del conocimiento. Sólo tenemos una limitada información sobre una situación y las implicaciones de la acción futura en esa situación. El entendimiento de Dios es ilimitado. Cómo un hecho se desarrolla en el transcurso de la vida o la historia es simplemente algo que él sabe. Y él puede tener propósitos mucho más allá de lo que ni siquiera podemos imaginar. Así que Dios no va a hacer algo sólo porque nosotros determinemos que debe ser su voluntad.
¿Qué hace falta? ¿Qué se inclina a hacer Dios?
Podrían llenarse páginas y páginas con las intenciones de Dios respecto a nosotros. La Biblia entera es una descripción de la clase de relación que Dios quiere que experimentemos con él, y la clase de vida que quiere darnos. Aquí hay sólo unos cuantos ejemplos:
"...el Señor espera para tener piedad de vosotros, y por eso se levantará para tener compasión de vosotros. Porque el Señor es un Dios de justicia; ácuán bienaventurados son todos los que en Él esperan!"7 ¿Lo has cogido? Como alguien que se levanta de su silla para acudir en tu ayuda, "se levantará para tener compasión de vosotros." "En cuanto a Dios, su camino es perfecto... Él es escudo a todos los que a Él se acogen."8 "El Señor favorece a los que le temen, a los que esperan en su misericordia."9
Sin embargo, la mayor muestra del amor y el compromiso de Dios hacia nosotros es este: Jesús dijo, "Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos,"10 que es lo que Jesús hizo por nosotros. Por tanto, "Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Él que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?"11
¿Qué pasa con las oraciones "no respondidas"?
Algunas personas enferman, incluso mueren; los problemas económicos son reales, y pueden aparecer todo tipo de situaciones muy difíciles. ¿Qué pasa entonces?
Dios nos pide que le confiemos nuestras preocupaciones. Incluso cuando la situación continúa mal, "echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros."12 Las circunstancias pueden parecer fuera de control, pero no lo están. Cuando el mundo entero parece estar derrumbándose, Dios nos puede mantener unidos. Entonces es cuando una persona puede estar muy agradecida por conocer a Dios. "El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús."13 Dios puede darnos soluciones, resoluciones al problema MUCHO más allá de lo que creemos posible. Probablemente cualquier cristiano puede contar ejemplos de esto en su propia vida. Pero si las situaciones no mejoran, Dios aún puede darnos paz en medio de esa niebla. Jesús dijo, "La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo."14
Es en este punto (cuando las circunstancias son todavía duras) cuando Dios nos pide que continuemos confiando en él--que "caminemos por fe, no por vista," nos dice la Biblia. Pero no es fe ciega. Está basada en el mismo carácter de Dios. Un coche atravesando el puente del Golden Gate está totalmente protegido por la integridad del puente. No importa lo que el conductor esté sintiendo, o pensando, o charlando con alguien en el asiento del copiloto. Lo que lleva al coche a salvo al otro lado es la integridad del puente, en la cual el conductor estaba dispuesto a confiar.
De la misma forma, Dios nos pide que confiemos en su integridad, su carácter... su compasión, amor, sabiduría, justicia por nosotros. Él dice, "yo te he amado con amor eterno, por eso te sigo tratando con bondad."15 "Confiad en Él en todo tiempo, oh pueblo; derramad vuestro corazón delante de Él; Dios es nuestro refugio.

Thursday, October 1, 2009

RESCATADO DEL HORNO!


Hace muy pocos días, oyendo una predicación de un siervo de Dios, fue leído un versículo que yo mismo debo haber oído no menos de doscientas veces en mi vida. Es el que está en la carta a los Romanos 8:19 y que dice: Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Le reitero: muchas veces lo he escuchado y en otras tantas, seguramente, he dicho “¡Amén!” Y lo he creído, pero sólo esta vez me pregunté con bastante seriedad: ¿Qué podrá ser LA MANIFESTACION de los hijos de Dios? Hay un comentarista, por allí, que habla de la redención de toda la creación. Suena lindo, pero es como que no alcanza, ¿entiende? Porque la palabra MANIFESTACION, significa Advenimiento, Aparición, Revelación, Venida y en otros textos tiene que ver con el Señor, con el Espíritu Santo y con el Padre mismo, pero en este pasaje tiene que ver con nosotros, por eso tiene tanto interés. Es nuestro objetivo y muchos ni siquiera le hemos prestado debida atención.
(Daniel 3: 1)= El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.
Nabucodonosor es el nombre que el Antiguo Testamento da al que era rey de Babilonia entre los años 605 al 562, antes de Cristo. La historia y la propia Biblia dan cuenta de sus innumerables campañas militares. Durante su reinado se erigieron en Babilonia algunas de sus más grandes obras arquitectónicas, construidas en gran parte con materiales y artesanos procedentes de tierras conquistadas, como los judíos. Entre estas obras se destacaban los “jardines colgantes de Babilonia” una de las siete maravillas, de los cuales hoy sólo quedan algunos rastros difícilmente reconocibles.
La estatua, quisiera aclararle, y teniendo en cuenta que un codo medía aproximadamente cuarenta y cinco centímetros, era de veintisiete metros de altura y dos metros con setenta y cinco de ancho, toda de oro, imagínese. Y dicen algunos que gustan de bucear también en la historia secular, que muy bien pudo haber sido una réplica del propio Nabucodonosor o de Bel, que era su ídolo o dios-demonio principal. Y dice también que la erigió en el campo de Dura, que era una llanura al oeste de la provincia babilónica, región de la antigua Caldea.
(2) Y envió el rey Nabucodonosor a que ser reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.
Hay que entender que esta tenía que ser una reunión protocolar del más alto nivel del imperio. Los sátrapas eran los gobernadores de provincias. Los magistrados, no eran en este caso los jefes en el plano civil de un ministerio de justicia, sino oficiales del imperio. La dedicación de la estatua era una celebración de muchísimo vuelo y significaba una honra en vida para un monarca que muy difícilmente pudiera superarse. Esta, de la que habla nuestro texto, dio comienzo cuando todos los invitados detallados se encontraban de pie ante la estatua. Allí comenzó el pregonero, una especie de locutor oficial del acto, que dijo estas palabras:
(4) Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, (5) que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; (6) y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
¡Una verdadera pintura de la simpatía y la consideración el discurso previo! De más está decirle que los pueblos, ni bien oyeron la primera bocina, fueron y se tiraron de cabeza para adorar la mencionada estatua. Hoy, claro está, no hay ni bocinas, ni salterios, ni zampoñas ni panderos, pero hay medios de comunicación que no sólo proponen o sugieren cosas al pueblo, sino que prácticamente se las imponen con la misma fuerza arrolladora de Nabucodonosor, aunque en este caso se llame: Consumismo. ¿Y qué hace el pueblo? Pues lo mismo que hizo aquel: adorar la estatua, el ídolo o el dios que le impongan. No sea que tengan que quedarse fuera del sistema, que vendría a ser el equivalente moderno a ser echados en el horno de fuego. Pero es aquí, justo aquí, donde comienza otra historia. La historia que, le puedo decir, es la que realmente nos interesa. Porque no sólo representa un punto de celebración para una historia literal ocurrida en la antigüedad, sino que simboliza una victoria que todavía puede ser apropiada por el auténtico pueblo de Dios.
(Verso 8)= Por esto (Es decir: por este asunto del ídolo de Nabucodonosor) en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.
(9) Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.(10) Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; (11) y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
(12) Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado, no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.
¡Pastor!: ¡Vive para siempre! ¡Pastorea por muchos años esta congregación! Tú has emitido una ordenanza que dice que todo hombre que lidere algo aquí tiene que darle absoluta prioridad a lo que dice la doctrina de nuestra denominación, independientemente de que se lo entienda o no. Pero sabemos que hay un hombrecillo por allí que tú mismo levantaste y pusiste sobre los negocios de esta iglesia, que no te ha respetado y ni ha respetado tu ordenanza, y que según como lee su Biblia, se atreve a discutir algunos mandatos históricos de nuestra denominación... ¿Suena parecido, verdad?
En primer término, habrá que señalar que este Sadrac, se llamó en realidad, antes, Ananías. Y el significado de este nombre, que en el griego es la palabra JANANYA, usted lo sabe, es: “Jehová le ha favorecido”. De Mesac, prácticamente no hay demasiada referencia, pero de Abed-nego, dice que era el nombre babilonio y posterior de un tal Azarías, cuyo significado es “El Señor ha ayudado”. Si quiere, le regalo a Mesac del cual no tengo demasiados datos, pero con los de Sadrac y Abed-nego me sobra: “Jehová le ha favorecido” y “El Señor le ha ayudado”.
Más adelante se va a dar cuenta usted que la cuestión de los nombres, no es simplemente una cuestión de elección, buen gusto o deseos de quedar bien con algún familiar. Todavía son muchos los cristianos que, a la llegada de un hijo, toman su Biblia y eligen, de la sarta de nombres que hay en las interminables genealogías, el que más les gusta o, en todo caso, el que mejor juego, métrica o rima haga con el apellido. Si en algo tengo que dar gracias a Dios de que mis padres no hayan leído demasiado la Biblia, fue que muy bien pude haberme llamado “Abed-nego Martínez”, ¿Se imagina?
El caso es, y fuera ya de toda broma, que muchos reciben nombres que son verdaderos estigmas de por vida, si es que antes no los rechazan y crucifican en el nombre de Jesús. Balaam que significa “Glotón”, Balac, que es “Devastador” o Mara, que es “Amargura” son algunos ejemplos inscriptos en los registros civiles de los pueblos. No digo que no se los pueda utilizar, todo nos es lícito. Digo que hay que rechazar sus estigmas espirituales, sus ligaduras hereditarias, genéticas o raciales.
(13) Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y al instante fueron traídos estos varones delante del rey.
Esto le da la idea clara de cómo funcionaba la corte de Nabucodonosor. Alguien vino, abrió la boca, lanzó una acusación y, el rey, inmediatamente decidió investigar frente a frente con los acusados. Bien el rey, pero habrá que tener en cuenta que los acusadores, sabían muy bien de lo que estaban hablando. Además, aquí no hubo que someter a votación lo que se haría. Nabucodonosor dijo “¡Tráinganlos!” Y en menos que canta un gallo, los muchachos fueron traídos allí.
(14) Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?
Hay que reconocerlo: Nabucodonosor tenía sentido de la equidad y la justicia. Él no quiso dejarse llevar por lo que le habían contado, quiso oírlo de boca de los propios acusados. Incluso, si estos hubieran sido oportunistas, les hubiera dado la oportunidad de negarlo y de continuar gozando de la posición y los privilegios que indudablemente tenían en el trato de los negocios de Babilonia. Imagine la misma escena que le estoy describiendo llevada al hoy, y examínese a ver qué actitud tomaría usted ante el pastor fiel y sincero deseoso de saber si verdaderamente usted ha renegado de la doctrina de su denominación que por años ha sido rectora de esa congregación.
(15) Ahora, pues, ¿Estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo: ¿Y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
Aquí está la confrontación. Aquí está la disyuntiva, la hora de la gran decisión. ¿Acepta usted las reglas del rey y continúa gozando de su confianza, de su posición y del respeto del pueblo, o se juega por su convicción, rechaza las reglas del sistema y elige ir al horno donde se habrá de incinerar para todo el resto de su viaje terrenal? ¡Qué problema, no? Nabucodonosor da por sentado esto. Él no puede ni podría entender ni plantearse jamás que las cosas salieran de otro modo que aquel que él había decidido.
En el libro del profeta Isaías hay una historia que habla de un desafío que Senaquerib hace a Dios. En el verso 18 del capítulo 36, leemos: Mirad que no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones cada uno su tierra de la mano del rey de Asiria? (19) ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim? ¿Libraron a Samaria de mi mano? (20) ¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
(16) Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.
(17) He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
(18) Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
¿No le dan deseos de ovacionar, de aclamar, de vivar, de aplaudir a Sadrac, Mesac y Abed-nego por su declaración de fe? Claro; eso porque usted lo está leyendo cómodamente en su casa o en algún otro sitio confortable. Pero lo quisiera ver a usted, o a mí mismo, lo confieso, en una situación parecida. ¿LA estatua o el horno? ¿LA doctrina o la marginación exonerada? ¿Podremos decir, como ellos, “nuestro Dios nos va a librar?
Es indudable que el firme rechazo de los hebreos a postrarse ante la imagen ofrece un ejemplo inspirador para todos los creyentes. Satanás, como el dios de este siglo, asume muchas apariencias a través de las cuales busca intimidar y seducir a los creyentes para que se postren ante el espíritu del mundo. Jesucristo se levanta como el máximo ejemplo de resistencia sin concesiones frente a las astutas tácticas del adversario que puede llegar a utilizar a todo el que esté vulnerable a sus sugerencias. Sea quien sea y tenga el nivel que tenga, religioso o familiar, le da lo mismo.
Es indudable que debemos rechazar comprometer nuestras convicciones y unirnos a “la mayoría”, tanto para hacer el mal como para adorar a falsos dioses. Claro; a nadie se le podría filtrar la idea de arrojarse de cabeza ante una estatua, eso es verdad, pero el problema es que los falsos dioses, representados en este texto por una estatua de casi treinta metros de altura, se encuentran en el mundo de este año dos mil tres, bajo aspectos muy diferentes. Poder, fama, prestigio, status, son algunos de esos dioses que pululan por el mundo, pero que también fastidian bastante adentro de las congregaciones de la mismísima iglesia del Señor.
¿Qué hacer? Esa es la duda de una enorme cantidad de creyentes. La eclesiología, materia que se da en nuestros seminarios e institutos, probablemente tendrá alguna respuesta creíble, lógica, atinada y conveniente. Pero la única respuesta que los hijos de Dios tienen como posible, es la que vamos a leer, fuera de toda historia literal y antigua, ahora:
(Verso 19)= Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. (Me pregunto para qué gastar más combustible si estaba tan seguro que se iban a achicharrar en el horno. ¿O es que no estaba, el rey, tan seguro que así fuera?)
(20) Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos al horno de fuego ardiendo. (Como suelen decir mis hermanos mexicanos: ¡Mírelo! ¡Mírelo! ¿Para qué atarlos si el horno estaba más allá del máximo de su temperatura? ¿Es que tendría miedo Nabucodonosor? ¿Tendrá miedo el líder que ha decidido hacer callar la boca del supuestamente desobediente y rebelde? ¿Temerá, quizás, que esa boca esté hablando, realmente, palabras de Dios?)
(21) Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.
(22) Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama de fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.
Esto le está diciendo a usted que los primeros que se prendieron fuego, de tan caliente que estaba el horno, fueron los propios verdugos, los que tenían la tarea de arrojar a estos tres al horno. ¿Será muy descabellado tomar este episodio, como un principio espiritual de lo que significa la justicia de Dios por sobre la de los hombres? Si piensa que no se puede, mucho me temo que está usted a la sombra de la estatua de Nabucodonosor. Si piensa que sí se puede, entonces cuídese de estar al lado de los hijos de Dios y no de la corte aduladora de Nabucodonosor.
(23) Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
(24) Entonces el rey Nabucodonosor se espantó y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.
(25) Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
En el libro del profeta Isaías 43:1, leemos: Ahora, así dice Jehová, creador tuyo, oh Jacob, y formador tuyo, oh Israel: (¿Quién lo está diciendo? Jehová, Dios mismo) no temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. (2) Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. (3) Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador, a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
De alguna manera, Dios le habló a Ciro, aquí, prometiéndole amplias regiones en Africa a cambio de su contribución a la restauración de Jerusalén. Eso es lo natural, lo literal, lo histórico. Pero el principio espiritual que conlleva este texto es tan pero tan evidente que ni el más humanista de los creyentes puede dejarlo de lado. Y mucho más cuando vemos su efecto en la aventura de los tres muchachos de Babilonia.
Esta de los versos 23 al 25 es una dramática ilustración de la presencia y protección del Señor junto a la gente que sufre por su testimonio. El cuarto hombre es lo que en términos académicos en teología, se denominaría como una CROSTOFANIA, es decir: una manifestación del Mesías preencarnado. Nabucodonosor es quien lo reconoce de este modo. En su limitada interpretación divina pero experimentada en idolatrías, estima que ese cuarto hombre es como semejante a hijo de los dioses.
(26) Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.
(27) Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aún el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor a fuego tenían.
Aquí está la evidencia de lo que dice el Señor a Ciro que tomamos como principio desde el libro de Isaías. Ni siquiera olor a humo en su ropa. ¿Cómo puede hacerse esto? ¡Es imposible! Para Dios no hay nada imposible. ¿Eso ya fue? Muchos parecerían desempeñarse como si así fuera, pero la Biblia no dice eso. Dice que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre.
En la carta a los Hebreos 11:32-34, dice: ¿Y qué mas digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; (33) que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, (34) apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
Yo no sé si a esta altura usted ya está viendo lo que yo vi cuando encaré este estudio. De este último texto, se desprende que; por la fe, se puede hasta apagar fuegos impetuosos. Pero sin embargo el fuego del horno de Nabucodonosor no se apagó; sólo que no tocó a los tres. ¿Fue por fe? Seguro. Ellos dijeron, sin verlo, que Dios los rescataría de ese horno. Y eso, exactamente, fue lo que ocurrió.
(28) Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel (Esto es: su mensajero) y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
Queda total y absolutamente claro: Nabucodonosor no inventa excusas ni analiza intelectualmente la situación. Directa y sencillamente, reconoce que en la salvación de estos tres, está la mano visible de lo que él llama “el Dios de ellos”. ¿Yo exagero y veo cosas donde no las hay, o esta es una verdadera e inapelable manifestación de los hijos de Dios, cosa que, dice la Palabra, el mundo, la creación toda, espera que se produzca para decidirse a creer? Los versos 29 y 30 parecen confirmar lo que le estoy diciendo, mire:
(29) Por lo tanto, decreto que todo el pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuando no hay dios que pueda librar como éste.
Nabucodonosor otorga su favor a los tres jóvenes hebreos. Es un maravilloso ejemplo de cómo las bendiciones de Dios propician el favor de los hombres. Porque no sólo fueron librados del horno y la muerte por incineración, sino que encima, Nabucodonosor creyó y con él muchos de su corte, y además los engrandeció en sus respectivas funciones.
(30) Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
La manifestación de los hijos de Dios que aguarda el mundo, es ser rescatados del horno a la vista de todos los incrédulos, ateos, agnósticos, escépticos y hasta satanistas que pululan por allí. ¿Es posible? ¡Claro que es posible! Sólo hay un problema: debemos vivir de modo que si o sí tengamos que entrar al horno. Ni modo de que Dios nos libre para la gloria de su nombre de un lugar al que nos resistimos a ir sencillamente por fe o por no negociar con el mundo pagano de Nabucodonosor.